

Make Your Bets
Season 3 Episode 5 | 1h 10m 23sVideo has Closed Captions
Alberto bets Velvet in a poker game. Clara discovers signs of Barbara in Mateo’s home.
Desperate to raise money for the new Velvet collection, Alberto bets Velvet in a poker game. Cristina won’t give up, despite having the papers to annul her marriage. Clara discovers signs of Barbara in Mateo’s home.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Make Your Bets
Season 3 Episode 5 | 1h 10m 23sVideo has Closed Captions
Desperate to raise money for the new Velvet collection, Alberto bets Velvet in a poker game. Cristina won’t give up, despite having the papers to annul her marriage. Clara discovers signs of Barbara in Mateo’s home.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship¿Cómo no me he dado cuenta antes?
Dime tú ahora cómo voy a trabajar para alguien al que ya no creo.
Dime cómo voy a diseñar una colección con alguien a la que ni siquiera puedo mirar a la cara.
-¡Buenas!
-¡Madre!
Madre, la puerta está, está para llamar.
Vengo del médico.
Quería contaros que todo ha ido muy bien.
No me ha dolido nada.
-Lástima.
-¿José Luis?
Demasiado tarde, querido.
Pero no te preocupes, porque Víctor es encantador y lo está haciendo muy bien.
-Ya veo, ya.
-¿Qué fue eso tan importante para faltar a todas sus citas?
Le aseguro que tenía una buena excusa.
-Siempre la tiene.
-¿Lucía?
Este es un negocio familiar, Esteban, y vosotros formáis parte de la familia.
Cuenta con ello.
-Que empiece mañana.
-Muchas gracias.
Mi Luisa, su primer disco.
Querido Jonás, aquí te mando mi primer single.
La verdad es que no sé qué quiere decir, pero el disco me ha encantado.
Jonás, hágame caso.
No se deje llevar por el entusiasmo.
No es que no me interese su propuesta, es solo que creo que les falta alguien con más experiencia.
-¿Patricia?
-Valentina Alcocer firmará solo si tú estás con nosotras en el proyecto de las joyas.
Uy, pues parece que me necesitáis.
Dios mío, vamos a necesitar una enciclopedia -con este hombre, primo.
-No, no, no.
Algo habrá que le vamos a conseguir.
Lo tengo, retomar los bailes de salón.
-¿Retomar?
-La acompañamos.
-No, no.
Puedo ir solo.
-No, no, no.
Que vamos con usted a las clases.
-¿Me están tomando el pelo?
-¿Quieres a la niña?
Gracias por todo, Mateo.
Has sido el peor anfitrión -que he tenido y tendré jamás.
-Cristina no va a parar hasta hacernos la vida imposible.
Raúl recapacitará y volverá con nosotros.
Cristina forma parte del pasado y a mí lo único que me importa es el futuro.
-¿Qué necesitas?
-Que te quedes en cinta, pánfila.
Es la única oportunidad que tienes de recuperarle.
-¿Todo bien?
¿Necesita algo más?
-Creo que sí.
[jadeos] [♪ música alegre] Dos, tres, cha, cha, cha.
Dos, tres, cha, cha, cha.
Dos, tres, cha, cha, cha.
Dos, tres, cha, cha, cha.
Dos, tres, cha, cha, cha.
Dos, tres, cha, cha, cha.
Dos... [inaudible].
Ya dije yo que íbamos a llegar tarde.
A ustedes lo raro hubiera sido llegar a tiempo.
-Es culpa tuya, primo.
-¿Mía?
-Tu conoces Madrid.
-Bueno, pues habrá sido también -la culpa tuya.
-¿Quieres dejar de discutir y prepararse para la clase?
Disculpe, don Emilio.
Cha, cha, cha.
Dos, tres, cha, cha, cha.
¿Y estos zapatos?
Estos zapatos se los tenías haber dado a Rita, no a mí.
No me acordé.
Mira, pero tampoco... [inaudible] estos zapatos, hombre.
[inaudible].
-Compórtense, por favor.
-Dos, tres, cha, cha, cha.
[voces indistintas] -Dos, tres, cha, cha, cha.
-¡Compórtense!
¡Primo, dame los zapatos!
[crujido] Vámonos de aquí.
¡Vámonos de aquí!
¡Vámonos!
¡He dicho que nos vamos!
-¡Vamos!
-Pero, don Emilio, [inaudible].
Espérense.
Ah, seguimos la clase.
Vamos a ir con el paso lateral, de lado, ¿sí?
-¿Tú vives acá, no?
-Sí, pregúntale.
[susurros] Puede que tenga que esperar algún tiempo, pero llegará.
Yo estoy seguro de que llegará.
-¿Y que llegará?
-El día en que pueda liberarme de ustedes, apartarlos de mi camino.
Eliminarlos, incluso, como ya le dije.
Porque no es normal que yo tenga que pasar por una situación como esta.
Pocas veces he sentido tanta vergüenza en toda mi vida.
-Tiene la culpa el primo Jonás.
-No, no, perdóname.
yo no le he quitado el zapato a nadie.
Infantes, basta.
Basta.
Don Emilio, tiene razón.
El baile no es para nosotros.
-La próxima vez... -No habrá próxima vez.
Oh, ¿cómo que no hay próxima vez?
Usted no puede dejar esto, esto es su sueño.
De verdad, le pedimos disculpas por lo que ha pasado.
Las disculpas a la profesora.
Mañana mismo vamos los tres a pedirle perdón por la que han armado -ustedes allí.
-Armar, armar, don Emilio.
Tampoco hemos armado... También había mucha gente.
¿Les parece que no hay que pedir disculpas?
¿Eh?
¿Se imaginan algo parecido en las galerías, en plena jornada laboral y delante de mis narices?
Por poner un ejemplo.
¿A qué hora quedamos mañana?
Maña-mañana vamos.
Mañana.
Hasta mañana.
Pues sí, está enfadado.
[timbre telefónico] ¿Nadie va a atender a este teléfono?
[timbre telefónico] ¿Será tu tío?
Va a ser por mi suegra.
¿Cuánto te juegas?
¿Pero quién será a estas horas?
[timbre telefónico] ¿Sí?
-¡Luisa!
-¿Luisa?
-¡Es nuestra Luisa!
-¡Luisa, que, que soy Rita!
¡Que te echamos mucho de menos!
Sí, hija, sí.
Está aquí Rita conmigo, claro.
¿Y tú dónde estás?
-¡En Madrid, que vine a vernos!
-¿En Madrid?
-¿Cuándo?
¿Cuándo?
-¿Cuándo, cuándo, cuándo?
-¿Cuándo, cua...?
-¡Mañana, mañana viene Luisa.!
¿Luisa?
¿Mi Luisa?
Déjame hablar con ella.
Déjame hablar con ella.
¡Que te echamos muchísimo de menos, y tenemos un montón de cosas que contar!
¡Déjame decirle algo!
¡Déjame!
¡Luisa!
No, no.
Te vamos a hacer una bienvenida como te mereces.
-¡Claro que sí!
-¡Luisa!
-¡Por todo lo alto!
-¡Luisa!
Mañana nos vemos entonces.
Pues dile algo tú.
¡Luisa!
¡Luisa, que soy Jonás!
Que soy Jo... ¿Cómo estás, Lui...?
¡Luisa!
[pitidos] -Ha colgado.
-¡Ay, qué alegría [inaudible]!
¡Que venga la Luisa, si parece que se fue hace siglos!
Hay que avisar a Clara, ¿eh?
Y preparar una fiesta como siempre.
No, pero hoy no.
Hoy no, de verdad.
Es que el primo y yo hemos tenido una noche hoy... ¿A que sí?
-¿Primo?
-Sí, sí.
Que, que mañana viene la Luisa.
¡La estrella de la canción!
¡Vamos, mi novia!
-¡Venga!
-Vamos.
-¿Qué es?
-¡Qué emoción!
Vente ya.
[voces indistintas] [♪ música alegre] No sabes cómo estaba la profesora.
-Estaba como una sidra.
-Hidra.
Bueno, da igual.
El tema es que echaba rayitos -por los ojos.
-Sí, muy bien, Pedro.
Pero yo te quiero hablar de tu... -¡Madre!
-Hola.
¡Qué alegría verla!
Bueno, ¿ha ido al médico, no?
¿Le han dado ya los resultados?
Pues he ido a recogerlos, pero me han dicho que no estaban todavía.
Qué raro, ¿no?
Van a tardar un poco, así es que he pensado -quedarme unos días más.
-No se preocupe, madre.
Usted se puede quedar el tiempo que haga falta.
Gracias, hijo.
Bueno, pues me voy a la peluquería.
Pues sí que está preocupada por los resultados.
-¿Decías algo, Rita?
-¿Yo?
No, no.
No me haga caso.
Una mujer tiene que ir siempre bien arreglada.
Tú deberías de tomar nota.
Adiós, hijo.
Adiós, madre.
[portazo] Pues sí que se está adaptando bien, ¿no?
Sí, sí, muy bien.
¿Por qué no le mandamos los resultados por correo para que no tenga que esperar?
-Rita, por favor.
-Mira, Pedro, que te lo tengo que decir.
Que, que será tu madre, pero, pero no la aguanto más.
Que, que desde que llegado, nos lo ha cambiado todo.
-¿Cómo?
¿Mi madre?
-No, no.
Juan XXIII, Pedro.
Que nos ha cambiado las comidas.
Que, que parece que nos está inflando para llevarnos a la matanza, Pedro.
Y nos ha cambiado los horarios.
Que, que no podemos [inaudible] podemos.
-Sí, sí, sí.
Lo sé.
-Que está siempre delante.
Y nos ha cambiado hasta la ropa.
Que ni sé dónde tengo las bragas.
Bueno, están detrás de las suyas.
Y una cosa te voy a decir.
Me juego lo que sea que ya le han dado los análisis.
-¿Qué dices, Rita?
-Que lo de los análisis es un cuento para venirse del pueblo y hacernos la vida imposible.
¿No te das cuenta?
¡Que es mi madre!
-Pedro.
-No, Pedro no.
-Ahí te has pasado.
-Pedro, espera.
Espera, espera.
Pe... -Pedro, espera, por favor.
-Déjame.
Que a lo mejor es verdad.
Perdona, se me ha ido la boca.
La boca no, se te ha ido la cabeza.
Mi madre es una maravillosa persona.
Buenos días.
Pedro.
-¿Y a este qué le pasa?
-Menudo somos ya desde por la mañana, ¿no?
Y nada más decírselo, ha salido hecho una furia.
Qué menuda ha liado.
Pero que es normal que haya roces.
¿No dicen que el roce hace el cariño?
Pues más bien ampollas, no te engañes.
Menos mal, de la que me libré dejando a Pedro.
-Ay, Clara.
-¿Qué?
A ver, que es solo una discusión.
[inaudible] no discuto yo a veces se ha liado con Mateo.
¿Ah, sí?
¿Y tú cómo te pones?
Bueno, ahora estamos hablando de Pedro.
A lo mejor es que está ciego con su madre.
O no, o a lo mejor es que no me quiere tanto como yo creía.
Anda, pero si te quiere con locura.
-¿Y si no le conozco de verdad?
-Pues os conocéis -desde siempre.
-A ver, Rita.
No conozco un hombre más enamorado que Pedro.
A lo mejor está amadrado, pero en cuanto se vaya su madre, se acabó el problema.
¿Y si no se va nunca?
Pues le buscamos trabajo en el taller.
¿Pero cómo no se va a ir?
Rita, venga, alegra esa cara.
Eso, que además hoy viene Luisa y tiene que verte contenta, que eres la mejor.
-Oye, ¿y yo?
-Tú, la dos, medalla de plata.
Me voy, que tengo reunión con Alberto y Raúl.
Chao.
Ay, mi hermanita.
Que es la primera discusión, que no pasa nada.
Ya.
Buenos días, don Mateo.
Buenos días, buenos días, buenos días.
Se nota que has descansado bien.
Mejor que bien, he dormido solo por primera vez en mi apartamento.
Adiós, mamá, adiós, tías.
Y sobre todo, adiós, Bárbara y su pequeño monstruo.
-¿Subes?
-No, he quedado con Ana y con Raúl.
Se me ha ocurrido una manera -de cómo ganar algo de tiempo.
-Alberto, está muy bien eso del tiempo, pero lo que necesitamos es recuperar el dinero que invertimos en nada.
Necesitamos dinero para la próxima colección.
-Estoy en ello.
-¿Ah, sí?
-Tengo una idea.
-El hombre del año tiene una idea, cuéntame.
Exportar las colecciones anteriores al mercado internacional.
Ganamos liquidez y no tenemos gastos.
Y se nos ve en el extranjero, algo por lo que mi padre -nunca se preocupó.
-Suena muy bien.
Ahora hay que encontrar esos inversores internacionales, -no es fácil.
-Ya sabes cuál es tu trabajo.
Y ahora es cuando me demuestras que el subdirector de estas galerías es un fuera de serie.
Otro maravilloso día en Velvet.
¡Disfrútalo!
Raúl, esto es absurdo.
Estoy segura de que si hablamos del tema, vamos a poder... ¿De qué tema?
No pienso hablar de nada que no tenga que ver con la colección.
-Disculpad el retraso.
-Venga, manos a la obra.
Vamos a ver sus diseños.
Creo que deberíamos dejarlos estampados únicamente para el día.
Si los utilizamos para ambas colecciones, dará sensación de falta de ideas.
Pero dijiste que el día sería más sobrio.
Sobrio, no soso.
¡Cristina!
¿Puedes venir un momento, por favor?
No, no, no.
No quiero molestar.
No, tú nunca molestas.
Me gustaría escuchar tu opinión.
Ven.
Raúl, no creo que la opinión de Cristina -sea lo más... -Mira, es una colección doble.
Día y noche.
Del día me encargo yo.
El día es sobriedad, elegancia, con un toque de frescura.
Aquí está el día.
Y la noche... Bueno, de la noche se encarga Ana.
Tenemos un dilema, los estampados.
Creo que no podemos utilizar el mismo género en ambas colecciones.
¿Tú qué opinas?
Son preciosos, Ana.
Enhorabuena.
Y los tuyos también, Raúl.
Son maravillosos.
Aunque son muy De la Riva.
Maravillosos, pero yo creo que el toque de novedad deberías dárselo apostando, sin duda, por los estampados.
Efectivamente.
Si cambias los estampados al día, la colección pierde contraste, así que tengo que cambiar yo la mía.
Ha sido solo una idea.
Los estampados pertenecen al día.
Son luz en estado puro.
Me pertenecen a mí.
Muy bien.
Cambiaré algunas piezas de la colección.
Pero no lo hagáis por mí.
Disculpadme.
El, el embarazo que me tiene un poco [inaudible].
¡Cristina!
Así que no iba a meterse en nada, ¿y ahora tengo que cambiar la colección?
Son solo un par de piezas.
Y así tendremos a Raúl más contento.
Además, si te digo la verdad, creo que los estampados funcionan mejor con el día.
Lo que me faltaba.
No tiene nada que ver con ella, Ana.
Además, ya la has escuchado, ya le han gustado.
Si todavía voy a tener que darle las gracias.
No volverá a suceder.
¿Estás mejor?
Sí, gracias.
Son solo náuseas.
Pero estoy bien, sí.
-¡Ay!
-¿Puedo?
Pero es muy pronto, Raúl.
Si debe ser como un guisante.
No vas a notar nada.
¿Estás bien?
Sí, mejor.
Gracias por preocuparte.
No me preocupo.
Me imagino que es lo normal.
Cristina, habíamos quedado que no te meterías en mi colección.
Por eso decidí apoyar tu colección de joyas.
No entiendo por qué... Ha sido solo una opinión, Alberto.
No volverá a repetirse.
Gracias.
[♪ música alegre] -¡Qué horror!
-Vamos.
-¿Por qué me haces esto, papá?
-Bájate del coche.
Me vas a hacer trabajar como si fuese una criada.
Vas a trabajar de modista.
Y compórtate, por favor.
¿O qué?
[♪ música alegre] Se acabaron las contemplaciones, ¿me oyes?
Vas a aprender a ganarte la vida -como hace todo el mundo.
-¿Qué es lo siguiente?
¿Ir a una casa de comidas?
Me han hecho un favor aceptándote.
No hagas que me avergüence de ti.
¿Qué antro es este?
El peor de los internados en que he estado tenía el mejor aspecto que este cuchitril.
-Buenos días.
-Hola, Blanca.
¿Qué hace esta aquí?
Soy la jefa de taller de estas galerías.
-Lo que me faltaba.
-Respeta a doña Blanca.
Desde hoy, va a ser tu jefa.
¿Doña Blanca?
Voy a presentarte a tus nuevas compañeras.
Ardo en deseos.
¿No viene?
¿Don Esteban?
[♪ música alegre] Señoritas, un momento de atención, por favor.
Les presento a Lucía Márquez.
Viene a ocupar la plaza de Luisa Rivas.
Lucía es prima de don Alberto Márquez.
Pero por supuesto, no tendrá ningún privilegio.
Rita, usted se hará cargo de ella.
Menuda maestra.
Pero, doña Blanca, yo, yo que tengo mucho trabajo con... Es una orden.
Acompáñela al almacén a buscar una bata.
Es broma, ¿no?
¿Qué broma ni qué broma?
Venga, anda, vamos.
Te agradezco mucho lo que estás haciendo.
Y lo que voy a tener que hacer no va a ser fácil.
Está claro que él ha sido un buen padre.
Sabes que haría cualquier cosa por ti.
Lo sé.
Anda, vete.
No vayas a llegar tarde a esa cita tan importante.
No, aquí no.
Tan puntual como siempre.
Lo siento.
Quería acompañar a Lucía en su primer día de trabajo.
¿En su primer día?
No me digas que tu hija ahora trabaja en Velvet.
¿Pero te has vuelto loco?
¿Cómo se te ocurre -meterla allí?
-¿Qué querías que hiciese?
Te pedí ayuda y no me la diste.
¿Y qué has hecho con el dinero que te di por los patrones de De La Riva?
Pagar una parte de mis deudas.
Te estás encariñando de Blanca.
Blanca es mi cuartada.
No siento nada por ella.
Espero que eso sea cierto.
Porque si quieres que te vuelva a extender un cheque, vas a tener que esforzarte más.
He oído que Velvet pretende hacer negocios con los Alcocer.
Averigua de qué se trata.
Estábamos a punto de cerrar un negocio en exclusiva con ellos.
Pilar.
Trátame con respeto.
Eres tú quien está a mis manos.
Qué maravilla ver cada día a la mujer -más guapa de todo Madrid.
-Pues podrías verla cada noche -si la invitaras a tu casa.
-Eso tiene fácil arreglo.
Ven hoy a mi casa... ...y prometo compensarte durante toda la noche.
Ya, y luego seguro que te surge algo último ahora.
Nada tan importante como tú.
Consígueme los contactos de los empresarios internacionales que comercializan moda española.
Los necesito.
¿Pues sabes lo que necesito yo?
Víctor.
Se ha acabado la cinta de la máquina de escribir.
¿No sabe escribir a mano?
No pasa nada.
Yo la traigo.
Ahora vuelvo, don Mateo.
Pues sí que conocía usted a Clara cuando me hablaba -de ella, don Mateo.
-Oye, Víctor.
A ver cómo te explico esto.
Clara es mi novia.
¿No decía que no era buena gente?
Bueno, a veces uno dice cosas que... Clara es mía, ¿entendido?
Toma, van dos.
Muchas gracias, don Mateo.
Recuerda lo que te he dicho, Víctor.
¿Qué le has dicho?
Que preguntando se llega Roma.
A ver esos contactos.
-Buenos días.
-Víctor.
Muy bien.
He dormido muy bien.
He ido a por cinta -que me faltaba para... -Máquina de escribir.
Sí, ¿qué tal todo?
Bárbara no ha llegado.
No... ¿Estamos solos, por?
-Lo espero en el despacho.
-Sí.
Doña Cristina, que yo me quedo aquí dándole a la máquina.
Dándole a la máquina.
Bárbara, tengo que contarte algo.
Mhm.
Anoche me acosté con alguien.
-¡Por fin!
-Sh.
¿Y quién es?
Cuéntame, cuéntame.
¿Le conozco?
Sí, es Miguel.
-¿Es Miguelito?
-Estoy ovulando, así que espero -que haya servido para algo.
-Pues para que sirva, tienes que repetir, y más con el calendario a tu favor.
Y con muchos hombres distintos.
No te vayas a enamorar, ¿eh?, que estás buscando tener un niño, no una relación.
Bueno, pues si no hay más remedio, tendré que repetir.
¡Golfilla!
¡Buenos días!
¡Qué bien empezar el día juntas!
[♪ música alegre] ¿Qué haces en mi butaca?
Preparar la reunión.
Y vosotras deberíais hacer lo mismo, Valentín Alcocer está al llegar.
[♪ música alegre] ¡Valentín!
¡Valentín!
Esteban.
¡Esteban Márquez!
¡Qué sorpresa!
Cuánto tiempo sin verte.
¿Qué haces aquí?
Patricia, pero... Velvet va a diseñar su primera colección de joyas y nosotros vamos a ser sus proveedores.
-Muy interesante.
-Imagino que nos -veremos entonces.
-Eh, supongo que sí.
Te tengo que dejar, que me están esperando arriba.
-Suerte.
-Muchas gracias.
Adiós.
Hemos pensado que lo ideal sería crear una colección de piezas únicas, pero unidas por una temática común.
Pero una edición limitada.
Y aquí tenemos varias ideas del diseño de joyas.
¿Tú qué opinas, Patricia?
Opino que estos están muy bien.
Ajá.
El resto son un poco recargados.
¡Qué buen crite-- criterio!
Has nacido para esto, Patricia.
Al ser nuestra primera línea, he pensado que debería ser muy completa.
Sortijas, anillos, pulseras, -collares.
-Brillante.
Eso también.
[risas] ¿Pues esta qué se cree?
Tratándose de la primera colección de joyas de Velvet, yo creo que deberíamos conseguir cierta notoriedad, ¿no?
La colección De la Riva-Ray.
Esa noche todo el mundo estará pendiente de Velvet.
¿Qué mejor momento para presentar nuestras joyas?
Aunque podríamos acabar eclipsando a alguien.
Dios no lo quiera.
¿Conoce nuestro taller?
Eh, no.
No he tenido el gusto.
De eso me encargo yo ahora mismo.
Raúl, he pensado que podríamos sustituir los estampados de los vestidos de noche por las iniciales de Phillipe Ray, repetidas como motivos geométricos.
Tus iniciales grabadas en la ropa.
¿No crees que vas un poco rápido para ser tu primera colección?
Bueno, Phillipe Ray diseña una exclusiva para Velvet.
Muy bien, si es lo que quieres.
Raúl.
¿Sabes de dónde viene el nombre de Phillipe Ray?
Era el seudónimo que utilizaba Alberto para escribirme desde Londres.
Buenos días.
Buenos días.
Raúl, ¿conoces a Valentín Alcocer?
No tengo el gusto, pero el buen nombre de su negocio familiar le precede.
Raúl de la Riva, encantado.
-Igualmente.
-Y ella es Ana Rivera, la encargada de representar a Phillipe Ray en las galerías.
-Encantada.
-Mi hermana menor no hace otra cosa que hablar de Phillipe Ray.
Hmm, es lo que tiene la novedad.
¿Cómo es él?
¿Phillipe Ray?
Pues un señor muy discreto y con mucha paciencia.
Raúl, precisamente estábamos pensando en lo interesante que sería presentar nuestra colección de joyas junto con la colección de Raúl de la Riva y Phillipe Ray.
Eh, no sé.
El señor Ray le gusta mucho meditar -este tipo de decisiones.
-Pero yo le conozco y siempre está a favor de una buena idea.
-Y esta lo es.
-Cualquier diseñador de altura estaría encantado de que una casa tan exclusiva como la de la familia Alcocer completase su colección.
Pero Phillipe Ray no es cualquiera.
Bueno, de eso podríamos hablar largo y tendido.
Es una gran idea.
No se preocupe, cuente con ello.
Gracias por todo.
Raúl, nos gustaría ver el taller.
-¿Nos acompañas?
-Ah, por supuesto que sí.
Síganme.
[♪ música alegre] ¿A qué estás jugando?
¿Yo?
-No sé de qué me hablas.
-No te hagas la mosquita muerta conmigo, Cristina.
A ti estas galerías y esa colección de joyas te da exactamente igual.
Tú has venido a destrozar mi relación con Alberto.
¿Destrozar yo?
Hmm, qué curioso punto de vista.
Has sido tú la que ha destrozado mi matrimonio.
Ana, mi confidente, la novia de Mateo, ¿te acuerdas?
Siempre preocupada por todo el mundo.
¿Quién ha ido de mosquita muerta?
Además, ¿tú crees que yo me vengaría haciéndote repetir tus diseños?
Pero si yo misma dije que estaban bien.
Ojalá tengas más suerte la próxima vez.
No es suerte, es talento y trabajo.
Cuidado, la vanidad se paga cara.
No voy a dejar que me hundas.
Una cosa más, Ana.
Aunque te hayas quitado la bata... ...recuerda que sigues siendo mi empleada.
Y la pareja de Alberto.
Coser a máquina es como montar en bicicleta.
-Qué bien.
-Estira la espalda, guapita.
Que aquí no venimos a dormir.
Atiende, las manos a la tela -como si fuera a manillar.
-Que sí, pesada.
Oye, ¿y, y esto?
-¿Qué?
-Esto.
-¡Au!
-¿Au?
Cuidadito conmigo, rubita.
-¿Todo bien, señoritas?
-Sí, todo bien.
Lucía aprende muy rápido, ¿verdad?
Así me gusta, Lucía.
Qué chiquilla.
Mira, niñata.
Si no aprendes por las buenas, lo tendrás que hacer por las malas.
¿Pero quién te has creído para hablarme así?
Chus, chus, chus.
En una hora, vengo a revisar todos estos dobladillos.
Suerte.
[♪ música alegre] Así que ¿se decide?
¿Lo tienen en color rojo?
No, en color rojo nada, señora.
Mire, usted se da una vueltecita y cuando lo tenga claro, me avisa.
¿Eh?
Jonás Infantes para servirla.
Pero qué maleducado.
¿Jonás?
Que sea la última vez que trata así a una clienta.
Lo siento mucho, señorita Patricia, pero es que esta señora llevaba una hora para decidirse y en cualquier momento llega Luisa Rivas, la artista de moda.
¿La costura [inaudible] cantante?
Un respeto, que es mi novia.
Uy, qué suerte, pues se lleva un partidazo.
Primo.
Señorita Patricia, Luisa está llegando.
Jonás, haga el favor de volver al trabajo y atienda a esa clienta como se merece.
Yo por lo menos no vivo a escondidas.
¿Perdón?
La vi la otra noche, en la habitación de Isabel.
Pero igual no era usted, y lo que tengo que hacer es avisar a don Emilio y que registren el cuarto a ver si localizan a la intrusa.
No diga más tonterías.
[♪ música suave] Gracias, Eusebio.
Señor Rivas, por favor, ¿para cuándo es -el próximo sencillo?
-Por favor, señores.
¿Son ciertos los rumores de su romance con...?
No, por favor, ahora no.
[♪ música suave] [voces indistintas] [♪ música suave] Muchísimas gracias.
[♪ música suave] [aplausos] Pero, bueno, no me esperaba este recibimiento.
¿Todo esto es por mí?
No todos los días recibimos a una estrella de la canción, señorita Rivas.
Bienvenida.
Pero, bueno, don Emilio, me va a sacar los colores.
Bienvenida a su casa, Luisa.
Muchas gracias, doña Blanca.
Estoy viviendo un sueño, de verdad.
Ya le tocaba.
Disfrútelo, se lo merece.
Chicas, ¡cómo os he echado de menos!
Y nosotras a ti.
No veas lo que hemos tenido -que coser de más, madre mía.
-Ay, Rita, por Dios.
Estás guapísima, Luisa.
Tienes que contarnos todo todo.
¿Y para tu profesor de inglés no hay nada?
Ay, don Mateo.
En Velvet, nos encanta que nos visiten las jóvenes estrellas.
Sobre todo si traes a tantos fotógrafos.
Bueno, me imagino que querréis estar a solas, así que nada.
Yo me voy.
Cualquier cosa que necesites, -ya sabes dónde encontrar.
-Pero, bueno, ¿cómo puedes -tener la cara tan dura?
-Clarita, sabes que solo tengo ojos para ti.
Disculpadme un momento.
[♪ música suave] Luisa, pareces una estrella de, de Hollywood.
¡Pedro!
¿Qué tal la vida de casado?
¿Bien?
Bueno... Bueno, bien.
Bueno, aquí lo que importa sois vosotros, que a ver cuándo os animáis, que el primo estaba contando los minutos y los segundos para verte.
Gra-gracias por el disco.
Te veo, te veo muy bien.
Yo a ti también.
Perdona, Luisa, ¿podemos hablar un segundo?
-Sí, claro.
-Disculpa.
¿Ese quién es?
¿Por qué se rima tanto a ella?
Primo, porque es una estrella.
Será su ayudante, ¿no?
Y la prensa quiere esta tarde a las 18:00 un pasado aquí como descubriendo el lugar que me vio nacer.
Ay, hija, que ya hablas como las estrellas.
Además nos va a venir muy bien, después de todo el daño que nos han hecho los almacenes Oxford.
Oye, pues voy a hablar con los de arriba a ver -qué les parece.
-Sí.
¿Y estás nerviosa?
Pues, hombre, un poquito sí.
Así que un posado, ¿eh?
¿Vamos a la habitación y descansas un poquito?
Sí, luego nos vemos.
Sí, claro.
Luego, después del posado.
Ay, madre mía.
No sabéis las ganas que tenía de estar aquí.
Anda, ¿qué vas a tener ganas?
De verdad, creedme.
Todo el día en hoteles, recitales, -firmando autógrafos.
-Bueno, bueno, bueno.
Mucho mejor coser hasta dejarse los ojos.
-¿Dónde iba a parar?
-Bueno, chicas, los de arriba dan su bendición para que hagamos -aquí el posado.
-¡Ay, qué bien!
-¡Qué bien!
-¿Y qué?
-¿Qué tal todo?
-Pues fenomenal, la verdad.
Bueno, pero ¿habrás conocido a algún famoso?
Famoso famoso, solo a Joselito.
¡Ay, tan pequeño y tan mono!
Anda, que también es mala suerte, con la de famosos guapos que hay por ahí.
¡Ay, callad!
Anda, sigue, Luisa.
Pues nada, está siendo todo muy emocionante y muy nuevo y, y que vosotras sois mi familia y os echo de menos.
¿A nosotras o a Jonás?
Que ya vimos en la boda que hubo más que palabras.
Con Jonás tengo que hablar yo.
Las relaciones a distancia son muy difíciles.
Y, bueno, no sé por dónde empezar.
Oye, que no decaiga, que vas a estar un ratito con nosotras.
No te pongas ahora de llorera.
Además, tienes que estar guapa para las fotos.
Bueno, y vosotras me tenéis que ayudar a escoger el vestido, porque he dicho que no a muchos diseñadores -importantes para llevar un... -¿Un Phillipe Ray?
¡Sí!
-¡Qué ilusión!
-Bueno, menos mal que no me salí del negocio.
Venga, vamos al salón, que yo seré una que iba a acabar con dolor de riñones.
[♪ música alegre] Bueno, ¿qué?
¿Cómo me veis?
Bueno, yo no he visto a nadie con más clase que tú en estas galerías, Luisa.
Ni gracia de Mónaco.
Tú presta atención, que algún día tendrás que hacer tú los arreglos.
El sueño de mi vida.
Madre mía, cómo está el patio, ¿no?
Bueno, el bajo ya está.
Así que quítate el vestido que lo tenemos que llevar a arreglar.
Vaya, Rita.
Ni Lucifer en sus peores tiempos.
-¿Lucifer?
-Recoge esos vestidos.
Anda, que ya hemos terminado.
A esta hay que atarla en corto, que se te sube a las barbas a primera de cambio.
¿Has visto la lengua que tiene?
Sí, sí.
Es muy impertinente, sí.
¿Impertinente solo?
Pues sí que la miras con buenos ojos.
-Ay, Rita.
-¿Qué?
-Que tienes un poco de tirria.
-¿Qué dices?
-¿Qué más?
-Ahora llevas el vestido a Pepita con cuidado y le pides que pase a máquina al bajo.
-¿Entendido?
-Sí, Lucifer.
-¿Qué has dicho?
-Nada.
Pues menos mal que la han llevado a los mejores colegios.
Que es la prima de Alberto, no te lo pierdas.
-¿Qué dices?
-Hombre.
¿Luisa?
Bienvenida.
Estás muy guapa.
Muchas gracias, don Alberto.
Trátame de tú, por favor, ya no soy tu jefe.
-¿Cómo estás?
-Muy bien.
-Don Alberto Márquez, ¿verdad?
-Sí.
¿Podemos hablar?
Si me disculpáis.
-Caballero.
-Encantado.
Que van a hablar de sus cosas.
Quería agradecerle que nos haya dejado las galerías.
Por Luisa, lo que haga falta.
Y además es publicidad para todos, ¿no?
Ojalá, porque le he dicho que no a Enzo Cafiero.
¿El magnate italiano de la moda?
Sí, teníamos una cita esta noche en el casino, pero ella ha preferido ser fiel a Phillipe Ray.
¿Enzo Cafiero está aquí en España?
Mhm.
Muchas gracias por todo.
Cualquier cosa, ya sabe dónde estamos.
Mateo.
¿Estás impresionado?
¿A que sí?
Es una estrella.
No tiene nada que ver con Luisa.
Por cierto, el listado de empresarios extranjeros.
Ya no hace falta, tengo al candidato perfecto, -Enzo Cafiero.
-Si vas a Roma, me voy contigo.
La noche romana es la mejor.
Está en España.
Prepara el smoking.
-Nos vamos al casino.
-¿Al casino?
¿Smoking?
¿Casino?
Mateo y yo tenemos una cita.
Ah, yo pensaba que Mateo tenía las citas conmigo.
Te prometo que te lo devuelvo sano y salvo.
Sano y salvo y sobrio, por favor.
Clarita, prometido.
¿Qué, Mateíto?
Que ya nos conocemos.
Pero está bien.
Ha llegado esto al bufete de abogados.
Hoy es mi día de suerte.
[timbre telefónico] ¿Galerías Velvet?
Amor, te he dicho 1000 veces que no me llames aquí.
No, estas son las oficinas.
Le paso con uno de nuestros comerciales y le atenderá encantado.
A usted.
Disculpe.
¿Puedo ayudarle en algo?
Víctor, ¿verdad?
No nos han presentado.
Soy Alberto Márquez.
Disculpe, no sabía.
Encantado.
-¿Está Cristina dentro?
-Sí.
Doña Cristina, está aquí don Alberto.
Sí, dígale a mi marido que pase.
Gracias.
[♪ música alegre] ¿Esto qué es?
Los papeles para iniciar los trámites de la nulidad.
-Así que va en serio.
-Es lo mejor para los dos y para el niño.
Mejor llevarse bien separados que no enfrentados bajo el mismo techo.
Agradezco que te lo tomes con tanta entereza.
Es lo mejor para todos, ¿no?
Los leeré con calma.
Gracias.
[portazo] [♪ música alegre] Disculpe.
-¿Podemos hablar?
-Ahora no, Víctor.
Es que... Bueno, yo no sabía que don Alberto Márquez era su marido.
-¿Y eso qué importa?
-¿Cómo que qué importa?
Que si lo hubiera sabido, yo anoche no habría...
Lo de anoche nunca tuvo que haber pasado.
-Olvídalo.
-Sí, pero pasó.
-Y ahora yo no sé cómo... -¡Mira, Víctor!
Has sido contratado para ser mi secretario, punto.
Si ves que no puedes llevar a cabo tus obligaciones, lo mejor es que te vayas.
-Pero, doña Cristina... -Que te vayas.
-Doña Cristina... -¡Que te vayas, Víctor!
¡Fuera!
Primo, a ti te estaba buscando.
Primo, tengo que hablar contigo... No, no, yo también quería hablar contigo de una cosita.
-¿Que puedo hablar yo?
-Venga, dímelo.
Eh.
¿Cómo te digo yo esto?
No, pero arranca porque no salimos... Tú sabes que nos hemos comprometido con don Emilio -para... -Estoy hablando yo.
Tú sabes, cuando tú te comprometes, tú tienes que cumplir.
¿Qué es don Emilio para nosotros?
Es como un padre, sobre todo para mí.
Para ti tampoco es mucho padre, ¿verdad?
Tú sabes que con Rita la cosa no está yendo muy bien, ¿verdad?
Que acompañes tú a don Emilio.
No, no, no, no, no, no.
Si precisamente yo quería hablarte de eso.
¿Tú has visto lo fría que ha estado la Luisa conmigo?
-Sí.
-Si quiero salvar mi relación, tengo que estar con ella, primo.
Pero entonces, ¿entonces quién acompaña a don Emilio?
Pues que vaya solo, ya es mayor.
No, no, no, no.
A mí me duele mucho, mucho que se vaya -don Emilio solo.
-Sí, bueno, y a mí me duele no aprovechar la mensualidad que pagamos.
Pero vamos, yo, lo mismo, solo tengo dos horas para estar con la Luisa y no las voy a dedicar al cha, cha, cha -de la amargada esa.
-Entonces habrá que decírselo.
-Sí, tú ve y se lo dices.
-No, tú me acompañas.
Primo.
-Tengo un problema.
-No, no, el problema también lo tengo yo.
No, es que Rita no me habla.
Y es que a mí si no me habla, a mí me mata el alma.
Que a la Luisa le pasa algo, yo tengo que estar con ella.
[suspiro] Llegados a este punto, ¿sería mucho pedir por mi parte si ustedes dejaran de pensar que yo me chupo el dedo?
No tienen el menor interés en ir a disculparse, ¿no?
Pretenden que vaya yo solo y allá me las componga.
-¿No es eso?
-Bueno, yo, siéndole sincero con el tema de Rita, no había pensado en eso.
Yo sí.
Está bien.
Está bien, iré yo solo.
¿Haría eso por nosotros?
No.
No por ustedes, no.
Por esa señorita.
Quiero salir airoso de todo esto.
Es que nos conoce mejor usted que nuestra familia.
-Gracias, gracias.
Gracias.
-Basta, Infantes.
Basta.
Basta, Infantes.
Basta.
Y comiencen a comportarse como personas adultas.
Soy el jefe de personal de una galería, no el cuidador de una guardería.
Soy su superior, no su niñera.
Su niñera.
A trabajar.
¡A trabajar!
-Pedrín.
-¡Ay, Jesús!
Madre.
¿A qué venía esa discusión con don Emilio?
No, pues que, eh... [balbuceos] Qué bien le queda el moño, madre.
Cuando le das tantas vueltas a las cosas, es que me vas a mentir.
¿Me promete que si se lo cuento, no me va a regañar?
-Prometido.
-Venga.
Pedro Infantes Delgado, ¿cómo se te ocurre comportarte con tan poca vergüenza?
Ya sabía yo que se iba a enfadar.
¿Esos son los modales que yo te enseñado?
¿Eh?
Si es que tu primo siempre ha sido una mala influencia.
¿Le habrás pedido perdón a la profesora?
No.
No, porque me he peleado con Rita.
¿Con Rita?
¿Por qué?
Por nada.
Por nada.
Cosas personales.
Pero es que si lo quiero arreglar con Rita, yo no puedo ir a clase y decir: "Profesora, discúlpeme".
Y Jonás tampoco.
Ah, o sea, que habéis dejado a don Emilio dando la cara por vosotros.
Es que es o la profesora o mi esposa.
Y mi matrimonio está en juego, madre.
Me voy.
Es que mírate.
Nueva vida, nuevo estilo.
Es el color que lleva Rita.
Hayworth, ¿no te gusta?
Sí, me encanta [inaudible] esta, me gusta de siempre.
Claro que te queda mucho mejor.
-¿Dónde vas a parar?
-Oye, vamos a ver si Pepita terminó el vestido ya, ¿no?
¿Pero se puede saber qué estás haciendo?
-¿Coser el bajo?
-No, no, si eso ya lo veo, pero te dije que se lo dieras a Pepita.
Y lo intenté, pero no lo he encontrado.
Así que he pensado: "¿Para qué sirve un aprendiz si no es para coser bajos?".
Trae, anda, trae.
Con cuidado, que se arruga.
Pero ¿y esto?
Pero si esto parece la carretera que va hasta Porrillos.
¿A ti cómo se te ocurre?
Si era tan importante, haberte encargado tú -de buscar a Pepita.
-Bueno, basta ya.
¿Y tú quién eres?
¿La jefe de las amargadas?
No, yo soy la encargada de esta colección.
Y tú, a ver si te enteras, que si tu familia tiene tanto dinero es porque los negocios le van bien.
Y si este negocio que se llama Velvet se hunde, tú te hundes con él.
Tú no te vas hasta que arreglemos esto.
¿Qué te he dicho?
¿Qué está ocurriendo aquí?
Doña Blanca, me temo que no he pasado ni de lejos la jornada de prueba.
Lucía, aquí todos cometimos errores en el primer día.
Pero tu día de hoy ha sido brillante.
-¿Seguro?
-¿A que sí, Ana?
-Sí.
-Bien, suban en cinco minutos.
La prensa está casi lista.
Venga, que me tienes contenta.
-¿Ya qué hacemos?
-No lo sé.
-A ver.
-Bueno, a ver si arreglamos este desaguisado.
¡Ay, madre!
A ver si no se me ha olvidado esto de coser.
Anda, tráeme una aguja.
Por favor, permítame su atención un momento.
Hay un leve retraso sobre el horario previsto.
Pero vamos, nada grave.
Eso sí, les pido un poco de paciencia.
La señorita Rivas les atenderá en breve.
Gracias.
[voces indistintas] Precisamente ya está aquí.
Señores, Luisa Rivas.
[♪ música alegre] Perdona, ¿podría ponerse un poquito más a la derecha, -por favor?
-Sí, claro.
Luisa, ¿y su vestido?
Es un Phillipe Ray, mi diseñador favorito.
-Luisa, una pregunta.
-No, ahora no.
Luisa contestará más tarde.
¿Qué hay de cierto en los rumores que le unen -a su representante?
-He dicho que ahora no.
Pero se les ha visto en numerosas ocasiones paseando juntos.
Una fuente cercana asegura que comparten más que confidencia.
Señorita Rivas, ¿están manteniendo una relación?
[voces indistintas] Eh, si estamos hoy aquí, es para hablar de mis orígenes.
Y eso es lo que voy a hacer.
Realmente todo se puede reunir en una sola imagen.
Y es está.
¡Uy, qué lindo!
[inaudible].
-¡Ay, madre!
-Ellas han sido mi guía.
Han sido mi inspiración en todo lo profesional y lo personal.
[♪ música alegre] Pues nada, ha sido un placer.
Muchas gracias.
Has estado maravillosa.
Enhorabuena.
¿Podemos hablar?
Si tú crees que hay algo de lo que hablar.
Me gustaría no retrasarlo más.
¿Tienes un momento?
Hmm.
Eh.
Verás, es sobre... ...sobre Eusebio, mi representante.
Ah, la prensa, ¿no?
Ya, ya sabes cómo es.
Siempre inventando embustes.
No son rumores.
Estoy enamorada de él, Jonás.
Pero no ha pasado nada entre nosotros porque quería esperar hablar contigo.
[risilla] Las relaciones a distancia son muy difíciles.
Claro.
Claro, claro.
No, sí.
¿Y qué te crees?
¿Que yo aquí no he tenido tentaciones?
Vamos, que uno no es de piedra, ya lo sabes.
Vamos, que tengo aquí una, alguna enfiladilla por ahí.
Te mereces ser muy feliz.
Eres una gran persona.
[♪ música suave] ¿Y si hiciéramos algo así como un osito de peluche?
Es elegante, sencillo, y con un toque de inocencia.
A las chicas les encantaría.
Y además nos serviría para hacer collares, pulseras.
Un osito de peluche.
¿Esta qué quiere?
¿Hundir el negocio antes de empezar?
Nuestras clientes son mujeres, no niñas de ocho años.
Algo así jamás funcionaría.
[timbre telefónico] -¿Sí?
-¿Patricia?
Valentín, ¿cómo estás?
Pues no muy bien, la verdad.
-¿Ha pasado algo?
-Hemos recibido una oferta por nuestros servicios en joyas, Patricia.
Una oferta sustancialmente mayor que la vuestra.
-¿Y qué les has dicho?
-Que tenía un acuerdo en exclusiva con vosotros.
Claro, pero el problema es mi madre.
Han recibido una oferta mejor y la madre quiere aceptarlo.
Déjame hablar con él.
Eh, Patricia, ¿estás ahí?
Sí, sí, estoy aquí.
Valentín, creo que no deberías precipitarte.
¿Qué te parece si me invitas a cenar esta noche?
¡Gran idea!
Se lo diré a mi madre.
Este asunto nos concierne a todos.
¡Fantástico!
¿Pero qué te parece si quedamos antes tú y yo para tomar el aperitivo?
[crujidos] ¿Valentín?
-¿Valentín, estás bien?
-Eh, sí, sí.
No, que se me resbaló el, el teléfono.
Eh, nos vemos esta noche, a las 22:00 en el Pausa.
Me haré con el reservado.
Perfecto, me muero de ganas.
Cristina, le va a asustar.
¿Y?
sé perfectamente lo que tengo que hacer.
Raúl de la Riva, te necesito.
Oh, las seis palabras que más me gustan y más miedo me dan al mismo tiempo.
Soy todo oídos.
Quiero que me hagas pasar por una mojigata.
[risa] ¡Patricia Márquez haciéndose pasar por una niña buena y modosita!
Eso es un milagro.
Cariño, rezumas sensualidad por cada poro de tu cuerpo.
¿Vas a decirme que es imposible?
Para Raúl de la Riva no hay nada imposible.
Veamos si estás a la altura de tu fama.
Mi fama no me hace justicia, guapita.
Te voy a convertir en la monja más monja del convento.
Sígueme.
[♪ música suave] ¿Qué haces aquí?
Cómo me alegro por Luisa.
Y yo.
Aún no me puedo creer que se haya convertido en toda una estrella.
-¿Se ha ido ya?
-No, vamos a cenar juntas como antes.
Me alegro.
¿Quieres pasar?
Venga, ven.
¿Qué quieres?
¿No me digas que has venido a hablarme de Luisa?
He llevado los papeles de la nulidad a Cristina.
Vamos a ser libres.
Que los tenga no significa que los vaya a firmar.
Ven.
En serio, tenías que haberla visto.
Parece que lo ha asumido.
No seas ingenuo, Alberto.
A la primera.
Quizás un poco pronto para anillos, pero no para esto.
¿Y esta llave?
La llave de mi casa.
Quiero que te vengas a vivir conmigo.
Tú y yo solos.
Como siempre hemos soñado.
-Pero, Alberto... -Mira, vamos a hacer una cosa.
No digas nada, no digas nada.
Yo tengo que irme con Mateo por negocios.
Tú te vas a ir a ver a Luisa.
Disfruta.
Y cuando termines, ven a mi casa.
Me gustaría verte en mi casa.
No digas nada.
Por favor, piénsatelo.
Piénsatelo.
Pero dime que sí.
[♪ música suave] Si me llegan a decir que nuestro futuro iba a estar en manos de esa marrana, no me lo creo.
Pero la vida es así, sucia e imprevisible, como ella.
¿Qué es eso?
Los papeles de la nulidad.
Alberto está deseando que los firme para que estemos oficialmente separados.
Que se cree él que va a ser tan fácil.
Que yo sepa, la forma más rápida de que te den la nulidad matrimonial es demostrando que no has consumado el matrimonio.
¿Y sabes cuál es la forma de desarmar ese argumento?
Preñándote.
-Tienes razón.
-Claro.
Pero tienes que hacerlo ya, Cristina.
No tardes ni un segundo más.
Chao, chao.
[♪ música suave] Víctor.
Ya me iba a casa.
¿Podemos hablar, por favor?
Quería disculparme por cómo me comporté esta tarde.
Estuve fuera de lugar y te pido perdón.
Gracias.
Mi marido acababa de entregarme los papeles de la nulidad.
Mi marido... ...me engaña con otra mujer desde el mismo día de mi boda.
Se ha estado aprovechando de mí, del dinero de mi familia.
No tenemos ninguna relación íntima.
Desde hace meses ni siquiera me toca.
Me siento muy sola, Víctor.
Necesito un poco de cariño.
Lo último que deseo en este momento es perderte a ti también.
[♪ música suave] ¿Estamos todos?
Vayan ocupando sus posiciones.
Mire, si vienen de nuevo a interrumpir mi clase... No, no.
Señorita, no.
Vengo solo.
Quiero disculparme en nombre de mis compañeros y en el mío propio, naturalmente.
No quiero que piense que no nos tomamos en serio su clase.
No sabría qué decirle, salieron disparados antes de que pudiera darla.
Su comportamiento fue lamentable, pero son buenos chicos.
Verá, nosotros trabajamos en unas galerías.
Es un buen trabajo, pero un trabajo duro, exigente.
Tanto, que a veces... Bueno, el caso es que los chicos saben que para mí los bailes de salón son muy importantes y se ofrecieron a ayudarme, porque yo por mí solo nunca me hubiese atrevido.
Pues no se hable más.
La clase está a punto de empezar.
-¿Viene?
-Mhm.
¡Ay, don Emilio!
Doña Conchi, ¿qué hace usted aquí?
Ay, no lo iba a dejar solo pasando este mal trago.
Se lo agradezco, pero no hace falta.
Ya está arreglado.
Señorita, soy Conchi, madre y tía de los mentecatos que le arruinaron ayer la clase.
-Lo siento mucho, ¿eh?
-Encantada, no se preocupe.
El señor acaba de disculparse por ellos.
Muchas gracias, don Emilio.
Es usted un caballero.
La clase está a punto de empezar.
-¿Se les apetece?
-¡Ah, yo sí!
No.
No, yo he venido a disculparme por lo de ayer y ya.
Pero si usted acaba de decirme...
Le ruego que se olvide de lo que le acabo de decir, -señorita.
-Pero si ya estamos aquí, aprovechamos y echamos un bailecito.
-Venga, anímese.
-Le agradezco su entusiasmo, doña Conchi, pero yo me tengo que marchar.
Lo siento mucho.
Buenas noches.
¡Don Emilio!
¡Espere!
¡Espere!
Patricia.
-Siento el retraso.
-Eh, nada, mujer.
Y, y ¿quieres tomar algo?
Gracias.
Un agua tónica, por favor.
Otra.
Vaya, Patricia.
Ca-casi no te reconozco.
-¿Eso es un cumplido?
-No.
Eh.
Perdón, sí, sí.
Sí, claro que lo es.
Pero no puedo negar que, que el cambio me ha sorprendido.
Pero entonces, lo de las galerías y... Bueno, en el mundo de la moda decimos que hay que saber vestir para cada ocasión.
Pero sigo siendo la misma.
Como diría mi madre, el hábito no hace al monje.
En ella pensé cuando elegí qué ponerme esta noche.
Pues en ese caso, te aseguro que has acercado de pleno.
Mi madre te va a adorar.
¿De verdad?
Me encantaría convencerla para que siguiera en las galerías.
Estaba muy ilusionada con la idea -de trabajar contigo.
-Ya, yo también.
Quizá podríamos unir fuerzas juntos y convencerla.
No.
No, no, no, olvídalo.
Nada más lejos de mi interés.
Será un conflicto entre tú y tu madre.
No me lo perdonaría jamás.
Gracias.
La familia es lo más importante, y ya veo lo unidos que estáis.
Espera.
Espera, esto no tiene por qué suponer un cisma familiar.
A veces es más importante la, la confianza que el dinero.
¿No?
¿Tú crees?
Sí.
Por supuesto, ¿eh?
Decidido.
Vamos a convencerla, juntos.
Los Alcocer no nos moveremos de Velvet.
¿Hmm?
Puede que la oferta de Oxford sea interesante... ¿La oferta de Oxford?
¡Ah!
Bueno, tengo una noticia que daros.
Alberto me ha pedido que me vaya a vivir con él.
¡Qué bien!
Llévate a mi suegra, que la casa es grande.
Ay, Rita, los trámites de la nulidad matrimonial -ya están en marcha, así que... -Pero, bueno, esto merece -un brindis.
-Sí, porque la nulidad -llegue pronto.
-Yo sí que voy a pedir la nulidad matrimonial.
Rita, qué exagerada eres, hija.
Que tu suegra es buena gente.
Sí, bueno, cuando duerme.
Ni eso, ronca.
Bueno, bueno, chicas.
¿A que no sabéis quién va a oír los ronquidos de su novio esta noche en su nueva casa?
¡Por fin te va a llevar!
¿Y tú?
¿Tú qué?
Porque Eusebio te come con la mirada.
-¡Clara!
-¿Qué?
Que no es pecado.
Que no, que tiene razón, que me gusta Eusebio.
Pero no ha pasado nada, ¿eh?
Hasta no hablar con Jonás, -yo no he hecho nada.
-Entonces Jonás y tú -ya no... -Pues no.
Pero, bueno, se lo ha tomado muy bien.
Es muy buen chico.
Las cosas están cambiando, ¿eh?
Esperemos que a mejor.
Seguro.
Chicas, ¿os dais cuenta de que a lo mejor es la última vez que estamos las cuatro así?
[♪ música suave] Yo estoy segura de que no va a ser la última vez.
Por Luisa, la nueva estrella de la canción.
Y por las chicas Velvet, las mejores amigas que se puede tener.
-Por las chicas Velvet.
-Por las chicas Velvet.
[golpes en la puerta] -¡Ya está!
-¿Todavía estás así?
Alberto, habíamos quedado en punto.
-Todavía me queda un minuto.
-Venga, va, date prisa, que no quiero llegar tarde.
-¿Nos esperan?
-No, pero quiero llegar con tiempo a hablar con él, que parezca casual.
Si no, se nos va a ver el plumero.
No me parece muy buena idea, la verdad.
Yo no sé si será buena idea o no.
Pero no tenemos liquidez y Cafiero es el único que la tiene, es nuestra última baza.
Sé perfectamente lo que nos jugamos.
¡Mateo, llegamos tarde!
Prométeme que no harás ninguna locura.
Que te conozco, Alberto.
Vámonos.
[♪ música alegre] ¿Lo ves?
Tiene que ser aquella mesa.
-Disculpe, caballero.
-Sí.
¿Cuánto tiempo lleva jugando aquel hombre de allí?
-¿El de aquella mesa?
-Sí.
Toda la noche.
Gracias.
Vaya con Cafiero, no pierde el tiempo.
Hay que intentarlo.
[♪ música alegre] Buenas noches.
¿Señor Cafiero?
Soy Alberto Márquez, director de Galerías Velvet.
El hijo de don Rafael.
Aprecio mucho a su padre.
Muchas gracias.
Si me lo permite, no quisiera robarle más de cinco minutos.
Quisiera proponerle un negocio.
Lo siento, pero nunca hablo de negocios en el casino.
¿Podríamos vernos mañana?
O podrías jugar conmigo.
La noche no ha hecho más que empezar.
[♪ música alegre] ¿Estás seguro?
Juguemos.
[♪ música alegre] Quiere hacer negocios conmigo.
¿Qué clase de negocios pretende hacer, si ni siquiera eres capaz de ganar una triste mano?
[♪ música alegre] Bueno, chicas, yo me voy a tener que ir.
¿Y cuándo vuelves?
Mañana me voy a Benidorm a un festival nuevo de música.
¡Qué suerte!
No he escapado a la playa.
¿Quién pudiera?
Quién pudiera quedarse con vosotras.
¡Ay, ven, tonta!
¡Ay, qué lloro!
Ay.
Pues igual, aprovechando que te vas, yo me voy porque tengo que ir a casa de Mateo.
-Y yo a casa de Alberto.
-Eusebio debe estar esperándome abajo, si quieres te llevamos.
Oye, Eusebio, representante, chofer y novio.
Vamos, es el hombre perfecto.
Vamos, que te estará esperando tu suegra.
Don Emilio.
Don Emilio.
¿No se habrá usted enfadado conmigo porque me haya presentado de improviso?
No, puede estar tranquila.
No se trata de eso.
¡Ay, qué bueno!
Porque lo he hecho para evitarle un apuro innecesario.
Ahora, que la cara es el reflejo del alma, es verdad.
Y esa carita, esa carita está enfurruñada.
Doña Conchi, yo le agradezco mucho su gesto y su constante preocupación por mí.
Pero ahora, con su permiso, quisiera volver a mi habitación.
El otro día, con el anís, me quedaron mis dudas.
Pero cuando he visto que hoy abandonaba el baile, me ha quedado todo claro.
-¿El qué?
-Pues que se está encerrando en sí mismo.
Que ni un baile ha querido echar conmigo.
¿Le parece normal?
Sí, me lo parece.
Pero eso es porque le da vergüenza equivocarse, hombre.
Y es normal, ¿eh?
Pero para eso están las clases.
Ya verá que la próxima será mucho más... No habrá próxima vez.
Verá, señora, yo soy un hombre gris y solitario, al que le encanta encerrarse en sí mismo de vez en cuando, que no consiente que nadie le diga cómo tiene que vivir su vida, y que no va a volver a bailar, ni con usted ni con nadie.
¿Le ha quedado suficientemente claro?
Creo que es hora de irme a la cama.
Si me disculpa, buenas noches, don Emilio.
Buenas noches.
-Hola.
-Hola.
-¿Dónde estabas?
-En la azotea, con las chicas.
Rita.
Que yo no quiero que tú y yo discutamos.
Ni yo.
¿Tú sabes que eres lo mejor que me ha pasado en mi vida?
Y Manolito.
Y Manolito.
Y tu madre, claro.
Y mi madre.
Yo siento cómo te dije lo que te dije, pero es que tu madre... Mi madre quiere lo mejor para nosotros.
No, Pedro, no.
Ella quiere lo mejor para ti.
Y a mí que me den dos duros.
No le importa mi opinión, y así deshace de su antojo.
Ya.
Bueno, a lo mejor es que es un poco maniática y cabezota.
-Bueno, es como tú.
-¿Qué?
Tú también eres... No.
Un poco a veces.
A lo mejor.
Te pido, por favor, que no, que no nos vamos -a pelear otra vez.
-No.
Que si nos peleamos, yo me muero.
Te echo mucho de menos, Pedro.
Mucho.
Madre.
¿Qué tal las clases de baile?
Pues un desastre.
Don Emilio que no tiene ni idea, está mayor.
Bueno, voy a prepararme para irme a la cama.
-La acompaño si quiere.
-No.
Tú mejor quédate aquí y arregla las cosas con mi hijo, que vaya la que has liado.
No, aquí la que tiene que pedir perdón es usted, madre.
-¿Yo?
-¿Usted sabe por qué Rita y yo estamos enfadados?
Usted no tiene ni idea.
Entonces, si no tiene ni idea, ¿por qué ha dicho lo que acaba de decir?
Estamos así porque desde que ha llegado usted, no ha parado de entrometerse en todo.
Pero si yo no he hecho nada.
Ha hecho todo, madre.
La falta va a decir cómo tiene que coser a Rita.
Me lo ha dicho.
-Me lo ha dicho.
-Pero si solo fue un consejito.
Madre.
Ay, Dios.
Soy una suegra horrible.
Lo siento mucho, hijo, de verdad.
Eh, yo creo que me he pasado un poco.
Yo cuando me casé con tu padre, mi suegra no paraba de meterse en todo.
Que si la cocina, que si la ropa.
Es que la, la abuela Amelia, bueno, la veían venir y era a mí la legión.
Y ahora resulta que yo hago lo mismo.
-Bueno, a ver.
-Qué triste.
Lo mismo lo mismo, tampoco.
Un poco sí, pero poco.
No hay menos.
De verdad, hijo, perdona, ¿eh?
Yo, yo solo quiero lo mejor para ti.
Bueno, para los dos.
Rita, siento mucho haberte dicho lo que te he dicho, de verdad.
Bueno, no se ponga así, suegra, que me va a hacer llorar.
Mañana mismo me voy para el pueblo.
Vamos, que si llego a saber esto, no escondo los análisis.
-Madre.
-Lo sabía.
Sabía que le habían tenido que dar los resultados.
-Te lo dije.
-Rita, Rita, Rita.
Rita.
[♪ música alegre] ¿Qué?
¿Ya está cansado de perder?
Si lo prefieres, podemos dejarlo, ¿eh?
Esto es solo dinero, señor Cafiero.
¿Por qué no nos jugamos algo de verdad?
Alberto.
¿Qué está dispuesto a jugarse, señor Márquez?
Si gano yo, recupero todo mi dinero, mi coche, y usted compra mis colecciones y las vende en el extranjero.
¿Y si pierde?
Usted se queda con Velvet.
[voces indistintas] Está de broma, no haga caso.
Yo estoy dispuesto.
¿Y usted?
Acepto.
Esta mano decide todo.
Señor Cafiero, un minuto, por favor.
Ven.
Ven.
¿Tú te has vuelto loco?
¿Jugarte a Velvet?
Te recuerdo que tenemos problemas de dinero.
Hemos perdido una colección, tenemos que producir otra en tiempo récord.
O vendemos en el extranjero, o estamos perdidos.
Exacto, y con ese panorama te lo juegas todo a las cartas.
Si esto no nos sale bien, perdemos las galerías igualmente.
Necesitamos a Cafiero.
Lo que necesitamos son las galerías.
Mateo, por favor, confía en mí.
Alberto, escúchame.
Alber... -¿Algún problema?
-Seguimos.
Seguimos.
Full.
Póker de jotas.
[♪ música alegre] Claro que se parece a su padre.
Tiene lo que tiene que tener.
Me encantará hacer negocio con usted.
Será un placer.
Muchas gracias.
Chao.
Necesito un whisky.
Dos wiskis, por favor.
Le prometí a Clara que te devolvería sereno.
No te preocupes.
A estas alturas, el alcohol no me afecta para nada.
No me puedo creer que te hayas jugado a las galerías.
Iba sobre seguro.
Cafiero tenía un tic, se tocaba la nariz cada vez que iba de farol.
¿En serio?
En serio.
Nuestras chicas nos esperan.
Ey, un momento.
¿Qué farol ni qué farol?
Si tenía full.
En la vida hay que arriesgar.
[♪ música alegre] Te estoy preguntando que qué hacías hoy.
Después de un mes viviendo allí.
¿De qué estás hablando?
¿La princesita está cansada de dar vueltas?
Pues esto no ha hecho más que empezar, querida.
-Tengo un viaje.
-Adiós.
¿Está pensando lo mismo que yo?
Rita, me desabrocho.
Me abrocho yo.
-El armario.
-¿Qué?
¿Qué?
Que se ha abierto solo la puerta del armario, Rita.
¿El lechón?
¿Te has acostado con el lechón de Valladolid?
No, búscate a otro.
Alberto y yo queremos ir a vivir juntos.
¿No podíais esperar un poco más?
Llevamos toda la vida esperando.
Don Alberto, tiene una visita.
-¿Quién es?
-Una visita sorpresa.
Alberto está alerta, es peligroso.
Tengo pensado un último golpe que hará que Velvet no se recupere nunca.
Enrique no fue quien robó los diseños de De la Riva.
Y quien lo hiciese sigue en las galerías.
Fuiste tú el que me aseguraste que Enrique era el culpable de todo.
Hemos pedido un préstamo al banco -y nos han estafado.
-Pues ahora se me ocurre una persona para resolver esto.
-No.
-Dame ese contrato.
¿Vuelvo a Velvet sí o no?
Vuelves.
Support for PBS provided by: